D a s   L i b e r a l e   T a g e b u c h

Sammlung Originaldokumente aus „Das Liberale Tagebuch“, http://www.dr-trier.de

 

 

 

Internationale Presse zur Zeugenvernehmung von Joschka Fischer am 25. April im U-Ausschuss des Bundestages

 

 

 

(1) El Clarin, Buenos Aires, 26. April 2005

 

escándalo de visas

Crisis en el gobierno alemán

 

Araceli Viceconte. BERLIN. CORRESPONSAL
aviceconte@clarin.com

Como si fuera la final de un mundial de fútbol, los alemanes siguieron ayer por televisión una interpelación parlamentaria clave para el futuro de su gobierno. Durante más de doce horas, el ministro de Exteriores, Joschka Fischer, respondió las preguntas de una comisión parlamentaria que investiga el llamado "escándalo de las visas", un caso de fraude masivo que entre 2000 y 2002 permitió a inmigrantes del Este de Europa ingresar como turistas a Alemania.

"La responsabilidad es mía. Escríbalo: Fischer es culpable", dijo, malhumorado, el "verde" Fischer, hasta ahora el político más popular de Alemania. Pieza clave de la coalición de gobierno con los socialdemócratas de Gerhard Schroeder, el ministro se mostró cansado y nervioso durante la maratónica sesión. Reconoció no haber actuado a tiempo, pero descartó que el tema visas vaya a costarle el cargo. La oposición conservadora —dijo— "hace esto para sacarme
del medio, pero no les alcanza", aseguró.

Los comentaristas de TV afirmaron que oposición y oficialismo empataron la pulseada de ayer, que mostró a un Fischer acorralado, torpedeado por preguntas que lo superaban
como la prostitución forzada, el tráfico de personas y otros delitos vinculados a la inmigración ilegal del Este de Europa.

Aunque no tiene nada que ver con corrupción ni con conductas abusivas, el caso de las visas es hasta ahora el escándalo que más ha deteriorado al gobierno de Schroeder y Fischer, acusados de hacer una política inmigratoria demasiado "flexible".

El ministro de Exteriores "se cayó
del pedestal", escribían ayer los diarios. Con la imagen de Fischer se podrían hundir también las esperanzas de que la coalición rojiverde inicie un tercer mandato en octubre de 2006. Esa es la jugada de la oposición conservadora en el largo plazo.

 

 

(2) New York Times, 26. April 2005

 

German Foreign Minister Faces Hearing on Criminal Immigrants

Berlin, April 25 - Germany's foreign minister, Joschka Fischer, speaking at an unusual televised hearing on Monday, admitted that mistakes had been made in granting thousands of visas to Germany to criminals and prostitutes from Ukraine from 2000 to 2002.

But Mr. Fischer, who is also vice chancellor in Germany's coalition government, strove to use the long-expected hearings to put to rest notions that Germany had been harmed, contending that the affair has been exaggerated by an opposition looking for political gain excuses," Mr. Fischer said in a statement of more than two hours as the hearing began. "Write it down: Fischer is guilty.

"There was a lack of monitoring from upstairs," he said. "I should have informed myself earlier, and I should have intervened earlier."

But he dismissed opposition arguments that the security and well-being of Germany were significantly harmed by the influx of the immigrants, and he said that once the problem was discovered in 2002, the policy was immediately corrected.

"The idea that security was put in danger and that the country was flooded with criminals is simply opposition propaganda," he said.

Conservative members of Parliament grilled Mr. Fischer about what sometimes seemed small details of the visa process, involving when and whether he received a letter or fax from an aide. He often replied that he could not remember, suggesting that as foreign minister, he had more important things to take care of.

The scandal came to light in February last year when a regional court in Germany found a Ukrainian-born man guilty of trafficking in people and of smuggling. The court found that laxness in issuing German visas in Ukraine - about 300,000 between 2000 and 2002 - had made it easier for the defendant, Anatoli Barg, to commit his offenses.

The opposition, in calling for public hearings now, seems to be trying to discredit the governing coalition, led by the Social Democrats and including Mr. Fischer's Green Party, before an important state election in North Rhine-Westphalia next month. Polls indicate that the conservatives are likely to seize control of parliament there for the first time in 39 years; that would be a severe blow to the government, which faces national elections next year.

But Mr. Fischer reiterated Monday that the concept of free travel between Germany and countries to the east was actually a creation of the opposition Christian Democratic Union, under Chancellor Helmut Kohl, whose purpose was to open up contacts with countries like Hungary and the Czech Republic to hasten their entry into the European Union.

Mr. Fischer said that in pursuing a free-travel policy in Ukraine, which is widely seen as a future union member, the present government was perpetuating exactly that idea.

Before Mr. Fisher's testimony on Monday, his political troubles, and calls by opposition leaders and commentators for him to resign, had drawn much attention. A few weeks ago, new polls indicated that his ratings had slipped enough for him to lose his status as Germany's most popular politician, and this has been attributed to the visa scandal.

But some experts believe that the deeper problem for the governing coalition is not accusations about uncontrolled immigration but the country's continuing economic malaise, which is behind large-scale voter discontent in North Rhine-Westphalia.

"People don't care very much about the visa scandal," Jürgen Falter, a professor of politics at Mainz University, said in a telephone interview. "They care about unemployment, jobs and the economy."

 

 

 

(3) ABC, Spanien, 26. april 2005-04-26

 

Fischer admite «errores» en materia de visados ante la comisión parlamentaria

 

La investigación busca esclarecer si su política de inmigración «progresista y aperturista» abrió la puerta a la trata de blancas y a las redes de tráfico humano

 

Ramirdo Villapadierna, Corresponsal

 

BERLÍN. «Soy el responsable, pueden escribirlo: Fischer es culpable», dijo ayer en tono raramente concesivo el ministro de Exteriores alemán, antes de argüir no saber nada ante una comisión de investigación por abuso en la política de visados en el Este. La oposición busca por ello su cabeza, pero ayer no la obtuvo.

 

«Debía haberme informado, debía de haber actuado antes: Fue mi error», encajó maliciosamente Fischer en una sesión por primera vez televisada, en la que la Cámara busca esclarecer hasta qué punto una política de inmigración entendida como progresista y aperturista abrió la puerta a la trata de blancas, redes de tráfico humano y organizaciones delictivas. Pero el carismático ministro intentó habilmente deslindar sus «errores» del efecto de la llegada de redes criminales, que han denunciado funcionarios de Interior.

 

En una declaración ante la comisión largamente estudiada, según los expertos en imagen, el siempre elegante líder verde intercambió una pose inusualmente concesiva con rápidas y agudas respuestas contra los portavoces de la oposición que lo interrogaban, desdeñando «detalles» de fecha y lugar «sin importancia», con salidas como «¿pero es que estoy ante un test médico sobre mi memoria?», respondió en una ocasión a los intentos de los investigadores de afinar sobre lo que sabía entre los años 2000 y 2002.

 

Alternativamente, Fischer desvió el fuego con juicios de intención sobre los miembros de la comisión: «Ustedes vienen a por mí y quieren echarme, pero sepan que con esto no es suficiente», reiteró en referencia al sensible escándalo por el que su partido ha caído varios puntos y él mismo ha sufrido una importante pérdida de popularidad, por primera vez desde la inauguración rojo-verde hace 6 años.

 

Informes de la policía y de diplomáticos, filtrados a la prensa, sugieren que Fischer habría ignorado advertencias de sus embajadores y fuerzas de seguridad sobre las consecuencias de la política de relajación de visados. Éste argumentó haber buscado hacer de Alemania «un país más abierto y fomentar el intercambio económico, científico y cultural», pero la CDU lo hizo «responsable personal y políticamente de un abuso masivo» que habrían sufrido socios del acuerdo de Schengen «como España y Portugal».

 

Los errores admitidos por Fischer y que habrían facilitado la llegada a cientos de miles de trabajadores ucranianos y rusos, entre ellos miles relacionados al parecer con actividades delictivas, son harto sensibles para los alemanes cuando cunden el desempleo y la inseguridad.

 

De las primeras reacciones de comentaristas y políticos, se desprende que «la confesión de errores» no le ha sentado tan mal al líder verde, de reputada arrogancia, y pese a la pérdida de popularidad del otrora «enfant terrible» la investigación «puede no tener consecuencias políticas» para él. Pese a la «pose de confesión», Fischer no ha revelado casi nada de lo sucedido, escudándose en el tiempo pasado y en «no recordar haber visto los papeles» que hubieran llegado a su mesa.

 

Los interrogadores, poco hábiles

 

El ministro no habría convencido a los oponentes, y seguiría contando con el apoyo de los propios, pero habría sorteado en gran medida la anticipadísima comparecencia, que el vicecanciller verde ha presentado como «por debajo de las obligaciones de un estadista» como él. Sin embargo, no necesitaba desplegarse como un pavo real ni mostrarse desafiante, dada la poca astucia y agresividad de sus interrogadores.

 

Tampoco Fischer estuvo brillante y en ocasiones perdió el hilo de un guión preparado, ahorrando a todos la gran intervención electoralista que se esperaba, dadas las inmediatas y capitales elecciones en Renania del Norte-Westfalia y lo complicadas que están para la coalición rojo-verde. Un barómetro de opinión en paralelo daba a Fischer la peor cuota desde su desembarco en el gobierno en 1998.

 

 

 

(4) Libération, Frankreich, 26. april 2005

 

Allemagne : l'étoile ternie de Joschka Fischer

 

Le ministre a été entendu hier sur l'affaire des délivrances de visas.

 

Par Odile Benyahia-Kouider

mardi 26 avril 2005 (Liberation - 06:00)

Berlin de notre correspondante

 

oschka Fischer, l'«ex-star» de la politique allemande, comme le surnomment déjà certains médias, s'est vigoureusement défendu hier pour sauver son avenir politique. Embourbé depuis quatre mois dans un scandale de délivrance de visas à l'ambassade de Kiev en Ukraine (lire ci-contre), le ministre vert des Affaires étrangères sait que l'avenir de son parti et de la coalition «rouge-verte» est en jeu. Lors d'une audition marathon de la commission d'enquête parlementaire, retransmise en direct pour la première fois dans l'histoire de l'Allemagne, il a fustigé l'«infâme» exploitation «politicienne» de cette affaire, dont il assume pourtant l'entière responsabilité.

 

Dommages. Si les experts se disputent depuis des mois sur la réalité des chiffres ­ «des millions», clamait l'opposition avant d'évoquer hier «des milliers» de visas délivrés ­, les dommages en termes d'image, eux, sont quantifiables. Longtemps sacré homme politique le plus populaire d'Allemagne, Fischer a vu sa cote de popularité chuter de 20 points pour atteindre 54 % selon un sondage publié cette semaine par l'hebdomadaire Der Spiegel. Affaiblie sur la scène nationale, la vedette du gouvernement Schröder est aussi contestée à l'intérieur de sa propre administration. Relativement loyaux jusqu'alors, certains fonctionnaires et même ambassadeurs, d'un autre bord politique, n'ont pas hésité à enfoncer publiquement leur ministre. Du jamais-vu dans l'histoire de l'Auswärtiges Amt, le Quai d'Orsay allemand.

 

L'affaiblissement de Fischer est également palpable au sein même de la coalition. «Ces derniers mois, le chancelier a réussi à lui faire avaler de nombreuses pilules qu'il n'aurait jamais laissées passer sans contreparties politiques avant ces déboires personnels», estime Gero Neugerbauer, professeur de sciences politiques à l'Université libre de Berlin.

 

L'affaire des visas a touché le parti écologiste en plein coeur. «Feu vert pour les trafiquants d'êtres humains», ironisait Der Spiegel sur sa couverture. Fischer lui-même n'a pas pris immédiatement la mesure des effets dévastateurs du scandale pour lui et son parti. Refusant de descendre de son piédestal, il a d'abord snobé ses détracteurs. Jusqu'à ce que la presse allemande, souvent malmenée par le ministre égotiste, ne se déchaîne. «Il suffit de voir son bureau pour comprendre à quel point son côté "moi le petit Joschka qui fréquente les grands de ce monde" est puéril», souligne une journaliste en sortant une énorme photo parue dans la Frankfurter Allgemeine Zeitung du 11 avril, où l'on voit la table du ministre couverte de cadeaux ramenés de ses divers voyages.

 

Colistier. Une certitude, le ministre est plus à l'aise sur les questions internationales qu'intérieures. A de nombreuses reprises, il avait déjà eu maille à partir avec le ministre de l'Intérieur, Otto Schily, pourtant lui aussi ex-soixante-huitard, au sujet de sa politique libérale des visas. «Son étoile a pris un choc, mais elle n'a pas encore chuté, estime pourtant son ami Daniel Cohn-Bendit. Quels sont les autres Verts dans le monde qui peuvent se vanter d'avoir une cote de popularité de 54 % ? Il n'est pas encore à zéro Fischer a le cuir épais. Il a déjà survécu au scandale qu'avait provoqué en 2001 la publication de ses photos de jeunesse, où on le voyait passer à tabac un policier à terre. Il devrait donc survivre à l'affaire des visas. Car, à moins que les Verts ne détrônent eux-mêmes celui qu'ils appellent «Dieu le père», personne n'imagine pour l'instant comment Schröder pourrait renoncer à son colistier. Joschka Fischer est encore le meilleur orateur de la nation.

 

 

 

(5) EL PAIS, Spanien, 28.04.2005

 

Visados peligrosos

 

El escándalo de los visados, tan alegre como masivamente repartidos por los consulados alemanes en países ex soviéticos entre 1999 y 2004, siguiendo criterios del ministro de Exteriores, Joschka Fischer, habría tenido un impacto mucho más menguado de no haberse asociado con el disparado desempleo germano. Pocos digieren la idea de que centenares de miles de inmigrantes ilegales de algunas de las zonas más inestables de Europa y menos escrupulosas con la ley, entre ellos notorios delincuentes, ocupan puestos de trabajo en una Alemania donde el desempleo supera ya los cinco millones doscientas mil personas.

 

El ministro-icono de los verdes en el Gabinete de Schröder, y blanco por antonomasia de la oposición conservadora, ha asumido ante la comisión parlamentaria de investigación la responsabilidad por un desaguisado que lanzó al espacio Schengen a miles de traficantes de trabajadores y tratantes de blancas. Pero, narcisismo aparte, se escudó en una memoria frágil para soslayar hechos como las repetidas advertencias de sus cónsules, de la policía de fronteras o de su colega de Interior sobre lo insostenible de la situación. Fischer intentó aprovechar su maratoniana comparecencia televisada no sólo para salvar su amenazada cabeza, sino también para acudir al rescate de un Gobierno -la alianza socialdemócratas-verdes- más que atribulado. El titular de Exteriores es un aliado imprescindible para la supervivencia política de Schröder, amenazado por las elecciones generales del año próximo y de manera inminente por los cruciales comicios de Renania del Norte-Westfalia, el único lander dirigido todavía por la coalición gobernante.

 

Joschka Fischer ya no es la estrella indisputada del firmamento político germano. Las encuestas muestran un declive que ya no hace parecer ridículas las frenéticas llamadas de la oposición democristiana pidiendo su dimisión. En cualquier caso, más allá de lo circunstancial, el asunto de los visados tiene sobre todo que ver con la incapacidad de los verdes alemanes, el partido ecologista más poderoso del mundo, para aceptar que políticas bienintencionadas y buenistas, como la de fronteras abiertas preconizada por el ministro, pueden llegar a tener efectos desastrosos. En la Alemania de hoy, golpeada como nunca en su economía, algunos de los artículos de fe más caros a los verdes, se trate del multiculturalismo o de la laxitud fronteriza, se tornan progresivamente irrelevantes.